Francisco Javier Avilés Jiménez
No hay nada más práctico que encontrar a Dios. Es decir, enamorarse
rotundamente y sin ver atrás. Aquello de lo que te enamores, lo que arrebate tu
imaginación, afectará a todo. Determinará lo que te haga levantar por la
mañana, lo que harás con tus atardeceres, cómo pases tus fines semana, lo que
leas, a quien conozcas, lo que te rompa el corazón y lo que te llene de asombro
con alegría y agradecimiento. Enamórate, permanece enamorado, y esto lo
decidirá todo (Pedro Arrupe)
Esta es la idea con la que Pedro
Arrupe interpretaba el famoso “principio y fundamento” de los Ejercicios
Espirituales de San Ignacio de Loyola. Caemos en la cuenta de esta verdad, del carácter práctido de la fe cuando hacemos revisión o nos a preguntarnos por las
actividades, los productos e impactos de nuestra acción social, y con ella, de
toda nuestra pastoral que tiene en la acción social su mejor expresión de fe y
caridad. Cuando Pedro Arrupe dice que creer en Dios es práctico está
concretando el efecto vital e integral que tiene la fe cuando se vive como
Jesús la vivió:
- Práctico porque ilumina nuestras actividades
- Práctico porque a través de dichas actividades produce el cambio de las personas y de
la sociedad
- Práctico porque dicho cambio supone un impacto que se incorpora al de la acción
permanente de Dios que los cristianos llamamos Historia de Salvación y que el
mismo Jesús llamaba: Reino de Dios
1.- Actividades
Caída la tarde, cuando se puso el sol, le fueron llevando a todos los
que se encontraban mal y a los poseídos. La ciudad entera estaba congregada a
la puerta. Curó a muchos de los que se encontraban mal con diversas
enfermedades y expulsó muchos demonios y no les permitía decir quién era. Por
la mañana, se levantó muy de madrugada y salió; se marchó al descampado y allí
oraba. Simón fue tras él y también los que le acompañaban. Al encontrarlo le
dijeron: Todo el mundo te busca. Él respondió: Vámonos a otra parte, a las
poblaciones cercanas a predicar allí también, que para eso he salido. (Mc 1, 32 - 38)
El propio Jesús vivió enamorado,
tanto que hasta por las noches se retiraba al descampado a orar y encontrar en
su relación con Dios el sentido de lo que había hecho y por dónde iría la
continuidad de su acción. Tal vez eran esos momentos los que conseguían que el
tráfago de actividades no se convirtiera en un caos de activismo o en un
pragmatismo: actuar sólo por los resultados, o por el éxito y la propia fama y
prestigio. Y eso que antes del momento de la calma y la revisión, los
encuentros, las acciones curativas y de enseñanza se habían sucedido sin
descanso. Las actividades de la acción social cristiana han de saberse
encuadrar dentro de un programa de humanización y de una mayor planificación
histórica: la del Reino de Dios.
2.- Productos
Fue a su tierra, seguido de sus discípulos. Cuando llegó el día de
precepto se puso a enseñar en la sinagoga, la mayoría al oírlo, se decía
impresionada: ¿De dónde le vienen esas cosas? ¿Qué clase de saber le han
comunicado a éste y qué portentos son estos? ¿No es este el carpintero, el hijo
de María y hermano de Santiago y José, de Judas y Simón? Y ¿no están sus
hermanas entre nosotros? Y se escandalizaban de Él. (Mc 6, 1- 3)
En los capítulos anteriores a
esta reacción que produce Jesús en sus paisanos, el Maestro de Galilea, ha
fortalecido la fe de sus discípulos en medio de la tormenta, ha curado a la
hemorroísa y a la hija de Jairo. Palabra y salud, acompañamiento que da firmeza
por dentro y por fuera, al espíritu y al cuerpo. Los productos de la acción
social que es evangélica y evangelizadora, han de mejorar las condiciones de
vida externas e interiores, físicas, económicas, sociales, culturales… pero
también psicológicas, de ánimo y autoestima. Y cuando así es, el escándalo no
es malo sino prenda de que esa acción viene de lejos y apunta más lejos
todavía.
3.- Impactos
Como su fama se había
extendido, llegó a oídos del rey Herodes. Unos decían: Juan Bautista ha
resucitado de la muerte y las potencias actúan por su medio. Otros, en cambio,
opinaban: Es Elías. Otros, por su parte, decían: Es un profeta comparable a los
antiguos. Pero Herodes, al oírlo, decía: Aquél Juan a quien yo corté la cabeza,
ha resucitado. (Mc 6, 14 – 16)
El efecto último de la acción de
Jesús, como de la de quienes en Él nos inspiramos, no se mide por el éxito o
fracaso inmediato de los resultados, sino por el círculo de interpelación y
concienciación que crea. El impacto de las actividades y los productos de
nuestra acción social debiera medirse por su capacidad de generar nuevas y más
profundas acciones.
ORACIÓN
Señor Jesús
el de la actividad frenética
que produce liberación y salud,
que devuelve a la persona su
dignidad.
Te pedimos que veamos
y acojamos el impacto de
salvación
que hay tras la fe y el amor
cuando se emplean con generosidad
y pasión
en amar, acoger y liberar. Amén.
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