Encuentro cartas de Dios tiradas por la calle y su firma en cada una, y las dejo donde están porque sé que dondequiera que vaya otras llegarán puntualmente.
(Walt Whitman)
 
 
 

|

|

|

 
 

Conversión de la Iglesia al Reino de Dios. Para anunciarlo y realizarlo en la historia

volvervolver
 

Kike Sáez Palazón

Introducción

El libro se divide en tres partes: Iglesia y pueblo de Dios, la iglesia de los pobres y la praxis eclesial. La optica fundamental del libro es recuperar a la iglesia de sus lacras históricas para que se ponga al servicio del Reino, este paso ya citado en la introducción del propio libro es la tónica general que trabaja Ellacuría el Reino es quién debe situar a la iglesia en sus funciones, no a la inversa, no se niega para nada en ningún momento el necesario carácter instucionalizador de la Iglesia, el cual es necesario para una verdadera eficacia en cuanto mediación que anuncia a Cristo y su salvación, sin embargo este elemento institucionalizador debe tener algunos marcadores que detecten la posibilidad (de lo cual hay claros ejemplos históricos) de idolatrarse a sí misma. Esta falsa sacralización desvirtúa el verdadero carácter del Reino que es el de estar al servicio de los sin poder, de los desesperados, sobre todo porque se olvida el gran carácter práctico de esta misión y la necesidad de obras transformadoras con aquellos que más sufren.

1ª PARTE; Iglesia y pueblo de Dios.

Nos dice Ellacuria que para comprender lo que es el pueblo de Dios hay que volver los ojos a la realidad que nos rodea, la realidad de una gran parte de la humanidad crucificada por las opresiones naturales pero también las opresiones históricas. Luego la idea de pueblo de Dios se entiende en conexión con la idea de pueblo crucificado. ¿Por qué la expresión crucificado? Porque se conecta con la pasión de Jesús y su carácter salvífico, la muerte que engendra vida, por su mismo carácter escandaloso (2/3 partes de la humanidad son explotadas). Igualmente se analizan movimientos históricos como el marxismo que predican la necesidad de esta liberación que devuelva la dignidad histórica a estos pueblos. El marxismo es una prueba de que sí se ha pensado en los oprimidos como elemento de salvación o de revolución, también es justo reconocer los ataques marxistas al lumpenproletariado como freno a revolución.

Uno de los modelos desde los que se interpretó por la primera comunidad cristiana la muerte y resurrección de Jesús es la figura del Siervo de Yahvé tal y como la describió el deutero-Isaías. Es verdad que el termino no aparece mucho en los escritos del NT, (el título pais Theou aparece sólo una vez en Mateo (12, 15) y cuatro en los Hechos (3, 13-26; 4, 27-30), sin embargo la teología del siervo doliente de Yahvé es de primera importancia en el NT, la desaparición casi completa puede deberse a que las comunidades helenísticas prefirieron muy pronto el título de hijo de Dios al de siervo de Dios que les resultaba un tanto inasimilable. La teología del siervo de Dios corresponde al estadio todavía palestino y Cullmann sostiene que esta cristología es probablemente la más antigua.

Hay que hablar también que la formulación de pueblo de Dios está en consonancia con el impulso de la primera comunidad cristiana por el Espíritu, este impulso dinamizador establece la importancia del pueblo en cuanto primer sujeto que luego delega sobre personas concretas en sus funciones pero que él en sí es el acogedor del envío. Otra característica de este pueblo de Dios es la encarnación en las luchas por la justicia y la liberación; aquí se comenta la personalidad siempre sugerente de Monseñor Oscar Romero y su conversión al pueblo de Dios en cuanto realidad histórica que necesita la voz denunciadora de las situaciones en que viven los que no tienen voz.

2ª PARTE; Iglesia de los pobres

Se comienza con un análisis de la bienaventuranzas entendidas como parte esencial del mensaje cristiano y como estas a veces se han leído interesadamente de forma sapiencial lo cual justificaba la dulzura y resignación de lo oprimidos y a la vez disculpaba a quienes no trabajaban por ellos. Las bienaventuranzas no son meramente afirmaciones declarativas sino que implican una declaración de intenciones. Jesús anuncia el Reino desde la existencia real de los pobres, de los hambrientos, de los que lloran... su predicación no es abstracta es plenamente histórica y referida a la situación individual y social predominante en su época, su evangelio va dirigido a los que han recibido la peor porción en el reparto.

Tras esto se propone la realidad de los pobres como lugar teológico en América Latina, se comenta que con pobres se quiere denominar (así lo hacen sin dudas Medellín, Puebla, el Vaticano II) a la situación en la que viven las grandes mayorías populares carente de recursos y por tal sufrientes. Y de nuevo se hace mención a interpretaciones tozudas que vuelven una y otra vez a la pobreza como exigencia fundamental de la fe y de la perfección cristiana, pero desde una perspectiva espiritualizada en exceso y claramente poco histórica. Los pobres de América Latina son lugar teológico en cuanto constituyen la máxima y escandalosa presencia profética y apocalíptica del Dios cristiano La iglesia dejará de ser iglesia de Cristo en la medida que deje de ser iglesia de los pobres. Así la iglesia no debe entenderse así misma desde dos puntos irreconciliables como son Jesús y el mundo, sino que toda su acción debe tener un claro carácter de excentricidad, de encarnación en definitiva.

3ª PARTE; Praxis eclesial

La iglesia necesita un replanteamiento de la historicidad de su misión para esto su acción debe vertebrarse sobre dos ejes: por un lado la escucha (fechada y situada) en la fe, de la palabra siempre viva de Dios; por otro la escucha del mundo. Así se juntan anuncio y realización, el cristiano no es un ciudadano de dos mundos, sino de un solo mundo, en el que históricamente ha aparecido el Reino de Dios. El tema es ahora que ya ha pasado el régimen de cristiandad como la Iglesia puede hacer creíble su propuesta. La liberación histórico-social del pecado sí puede o debe ser un signo de esta credibilidad en la misión de la Iglesia. Este concepto, el de liberación es de extraordinaria riqueza en el mensaje bíblico. Esta riqueza, llena de complejidades es prueba no sólo del papel central que ocupa en la historia de la salvación, sino también de cómo se implican, sin confundirse, la historia de la salvación y la salvación de la historia. Se habla de liberación de las culpas personales y de todas sus consecuencias individuales e interiores; se habla de la liberación de las opresiones objetivas que se derivan de las culpas de los hombres: enfermedades, muertes prematuras etc... Así liberación y lucha contra la injusticia en todas sus formas son aspectos distintos de un único proceso histórico. La lucha contra la injusticia es aspecto fundamental de la liberación, y la lucha por la implantación de la justicia es aspecto fundamental de la libertad.

Los dos ejes de esta predicación para que sea creíble son Palabra y Comunidad, dos principios fundamentales, sólo manteniendo su realidad y avanzando en su dinamismo es posible que la Palabra alcance su plenitud y que la Comunidad vaya enriqueciéndose cristianamente y aportando con la Palabra. Esta Palabra es necesario ponerla en relación con una comunidad histórica y igualmente cada comunidad debe estar alerta del peligro de que cada comunidad se cierre a la universalidad de la comunidad eclesial.

RELACIÓN CON LA ECLESIOLOGÍA

La teología sólo será fructífera en la medida que no olvide los problemas de este mundo, de esta forma cumplirá su pretensión de ser verdadera comunicadora de la noticia de salvación revelada en Jesús. Esta necesidad que ha menudo se resume en lo que ya es un tópico pero no por ello menos verdad de relación entre la ortodoxia y la ortopraxis, seguramente nos salvará de los peligros a los que nos aboca una teología demasiado académica: Exceso de abstracción, planteamiento de problemáticas teóricas que para nada son condicionantes con la vivencia de nuestra fe, falta de concreción, etc... es la divagación siempre de los postulados, la eterna introducción que nunca se concreta. El libro de Ellacuría nos sugiere que si la Iglesia es verdaderamente fiel a los postulados del Reino (mensaje liberador con los más desfavorecidos, apuestas transformadoras en los ambientes más precarios, concreción histórico-salvífica de lucha contra los pecados -individuales y estructurales-, recuperación y actualización de la idea de Pueblo de Dios como criterio de recuperación de una teología de los carismas y ministerios comunitarios, sacerdocio común de los fieles etc...) será porque habrá sabido encarnarse, este es el reto al que nos lanza la reflexión de una teología práctica.

 
 
© 2009- Revista Universitaria de Teología de Albacete Diseño y HostingOnirics
Inicio