La conciencia de un mundo real y significativo está íntimamente ligada al descubrimiento de lo sagrado
(Mircea Eliade)
 
 
 

|

|

|

 
 

Enciclopedia teológica

volvervolver
 

Ecos de un principio
Juan Antonio Aguilar

Desde los anales de la historia la curiosidad sobre el espacio exterior, sobre su origen y fin, ha sido notable e influida por creencias y religiones. Sin embargo, junto con el desarrollo científico, la religión fue perdiendo el monopolio a la hora de explicar el pasado remoto y el futuro lejano del Universo. La ciencia, ladrona del privilegio, no sólo se ciñó a la lectura del Génesis, y osé cuestionarse con preguntas que se escapaban a las concepciones y creencias religiosas. ¿Es el Universo infinito? ¿Tiene el Universo capacidad de renovarse? ¿Es eterno, sin origen ni fin? El big bang, como teoría sobre el origen del Universo, supuso una tregua en el enfrentamiento de los dos grandes vientos que ondeaban en el entendimiento humano, ciencia y religión. Esta teoría fue comúnmente aceptada y aprobada, a pesar de la oposición de muchos científicos, En 195 1, la Iglesia Católica proclamó oficialmente que estaba de acuerdo con la Biblia.

El big bang era entendido como la aparición, en medio de un vacío absoluto, de un punto único de máxima potencia. En el mismo instante de su creación, este punto, en el que se encontraba toda la materia, todas las dimensiones, toda la energía y todo el tiempo, estalló arrojando su contenido en todas direcciones. El tiempo, por lo tanto, tuvo un principio, y posiblemente una intervención divina. Pero..., ¿por qué es necesario que el tiempo tuviera un principio? ¿Por qué no existe un "antes" de la Creación? Según la Teoría de la Relatividad General en el instante que llenarnos big bang, el Universo se encontraría en una región de volumen cero. Su densidad, por lo tanto, alcanzaría el valor infinito, al igual que la curvatura espacio-tieinpo. Ese punto se conoce como una "singularidad". Las matemáticas no pueden manejar números infinitos, por lo que la teoría de la relatividad general predice que hay un punto en el Universo donde la teoría no tiene coexistencia. En realidad, toda teoría científica está formulada bajo la suposición de que el espacio-tiempo es uniforme y casi plano, de modo que ninguna es capaz de sobrevivir en un punto como el descrito. La singularidad es un lugar en el que el espacio y el tiempo simplemente desaparecen. Si sólo sabemos lo que ocurrió después del big bang, no podremos determinar lo que sucedió "antes ". De igual manera, aunque hubiera habido acontecimientos anteriores al big bang, no se podrían utilizar para determinar lo que sucedería después, ya que toda capacidad de prediecíón fallaría en el big bang. Los sucesos anteriores al big bang no pueden tener consecuencias en nuestro tiempo, por lo que deberíamos extraerlos de cualquier modelo y decir que el tiempo tiene su principio en el big bang. Llegados a este punto era imposible eludir la responsabilidad de volver a hablar de Dios. Rescatado del olvido, de la oscura y fría habitación de la memoria, la palabra Dios aparecía cada vez que se intentaba avanzar más allá de la misma Creación. ¿Cuáles fueron las "condiciones de contorno" en el principio del tiempo? ¿cuántas posibilidades tuvo Dios de crear el Universo? La física busca ahora desesperadamente una respuesta. Una vez más, ciencia y religión, se levantarán de sus asientos y bailarán el vals de la discordia.

Durante años se buscaron modelos que permitieran que un número indeterminado de configuraciones iniciales, dieran lugar al Universo que conocemos. Los trabajos sobre modelos inflacionarios mostraron que el Universo actual podría haberse originado a partir de un número bastante grande de configuraciones iniciales, pero no permitía que fuera cualquier configuración. ¿Se trató pues de un resultado afortunado? Ello, nos llevaría a la aceptación de una de las aplicaciones del principio antrópico, en su versión débil. Éste nos dice que los seres inteligentes, de un Universo grande o infinito en el tiempo y/o espacio, no deben sorprenderse si observan que su localización en el Universo satisface las condiciones necesarias para su existencia: éstas se darán siempre en determinadas regiones. El Universo es como es, porque si fuera distinto no estarías aquí para verlo. Pero en la naturaleza existen magnitudes escogidas con sumo cuidado de tal modo que si hubieran sido distintas, la vida habría sido incapaz de desarrollarse. Esto puede tomarse o bien como sostén del principio antrópico, o como prueba del propósito divino en la Creación. Pero ¿puede ser que todo el Universo que vemos haya sido fruto del azar? Y si Dios eligió las condiciones de contorno de una manera que la razón humana 'amas será capaz de comprender..., ¿por qué lo dejó evolucionar con leyes que sí están bajo la sombra de nuestro entendimiento? Sólo existía una solución para poder avanzar a través del camino angosto y pedregoso de las "posibilidades de Dios". Un sistema perfecto..., eliminar la Creación. Semejante asesinato se ~a realizar si tenemos en cuenta los efectos a pequeña escala de otra gran teoría parcial del siglo XY, la mecánica cuántica. En ésta no es necesario postular nuevas leyes para las singularidades, porque no existirían esas singularidades. En la teoría clásica de la gravedad existen tan sólo dos posibilidades: o ha existido siempre, o tuvo un principio en una singularidad. En la teoría cuántica existe una tercera posibilidad. Debido a que en esta teoría la dimensión temporal tiene la misma validez que las espaciales, es posible que el espacio-tiempo sea finito en extensión y que, sin embargo, no tenga ninguna frontera, borde. El Universo sería como la superficie de la Tierra con dos dimensiones más; es finita, pero no existe ninguna frontera o borde. El Universo estaría completamente autocontenido, no se vería afectado por nada que estuviera fuera de él, no sería creado ni destruido. Simplemente SERÍA. La condición de contorno, las posibilidades de Dios, serían que no existiera frontera, y, como consecuencia, ni condiciones ni posibilidades. ¿Qué lugar queda, entonces, para un Creador?

 
 
© 2009- Revista Universitaria de Teología de Albacete Diseño y HostingOnirics
Inicio