Jesucristo en las otras religiones
Fco. Javier Avilés Jiménez
No pasa Jesús de Nazaret inadvertido en las grandes religiones. Después de siglos de mutuo rechazo, las grandes tradiciones religiosas se plantean el reto del diálogo y la cooperación para evitar la intolerancia y apoyar, unidas, la paz, la justicia y el respeto de la naturaleza. Jesús en el Corán.
Si algo caracteriza la visión musulmana de Dios es su radical distancia respecto al hombre y al mundo. Alá es clemente y misericordioso, pero ante él la única postura es la de la más perfecta sumisión (islam). Aquí surge una diferencia importante con el cristianismo, que si bien respeta la distancia entre la divinidad y la realidad creada, mantiene que Dios es experto en salvar distancias y aproximarse sin pudor al hombre y la creación.
Mahoma se refiere repetidamente a Jesús, considerándolo un caso paralelo al suyo: un profeta que por revelación de Dios predica la verdad. Pero en cualquier caso, se trata de un hombre (sura 43,63) que anuncia a los judíos la venida de Mahoma (61,6). Los milagros fueron auténticos pero hechos con le permiso de Dios (3,49). Jesús fue uno de los justos y allegados a Dios (3,45) que, como hacen los buenos creyentes (musulmán) practica la oración y la limosna (19,32). Rechazado por los judíos, estos creyeron matarlo, pero Dios se lo impidió llevándoselo al cielo (4,157). Esta negación de la muerte en la cruz de Jesús se corresponde con la idea del éxito de los profetas.
A pesar de que está claro para el Corán que Jesús no es Dios, se le pone a la altura del profeta. Se reconoce su nacimiento virginal (19,21), no como muestra de divinidad sino de la omnipotencia de Dios. Incluso de le llama la Palabra de Dios, pero sin identificarlo nunca con él. Las premisas para un diálogo fecundo entre el Islam y el Cristianismo están aquí, pero pasan por la superación de las diferencias históricas: reconciliación por la vía del reconocimiento mutuo de errores y agresiones.
El Hinduismo y Jesús
A pesar de que le demos un nombre unitario, son numerosas y distintas las tradiciones religiosas que dan contenido a lo que nosotros llamamos hinduismo (por ejemplo, visnuismo, sivaísmo y saktismo, que son los cultos más profesados...). No deja de ser un concepto expresivo del colonialismo intelectual de Occidente. También es verdad que dentro de su pluralidad todas tienen en común una convergencia intencional superior: abrir al hombre un acceso a la divinidad o al Absoluto (Brahma). Ni que decir tiene que esta interna constitución del hinduismo como pluralidad de tradiciones religiosas hace de él un fenómeno de tolerancia. La divinidad supremo no considera rivales a otros dioses, todos ellos existen por él y manifiestan su realidad.
Muy temprano aparece el cristianismo en la India, hacia el s. II, relacionado con la tradición de Sto. Tomás. Para los hinduistas el sermón del monte es cercano a su propia fe. También la idea de encarnación o manifestación humana de lo divino (avatara) es familiar para la historia de las tradiciones hinduistas (Krisna, por ejemplo). Sin embargo, esa misma apertura la reconocimiento de la presencia humana de la divinidad se opone a toda reivindicación de exclusivismo por parte de ninguna de sus manifestaciones, como sería el caso de Jesucristo. Entre las muchas avataras de la divinidad, Jesucristo bien puede ser una, como reconoce Gandhi, que lo proclama su modelo da noviolencia. Una cristología hindú partiría del Jesús histórico y el ethos que se desprende de su predicación, de sus bienaventuranzas: la defensa de los pobres y la propuesta del amor noviolento. La ley eterna del amor sería una coincidencia profunda del hinduismo con el cristianismo. Y desde ahí habría una valoración de lo que de eterno y divino se hace presente en Cristo.
Jesús ante el Budismo
La diferencia más plástica y expresiva entre Cristo y el Buda se ve en la contraposición del rostro sufriente del crucificado y la sonrisa pacificadora del iluminado (Buda). El budismo no acepta que el Iluminado sufriera en vida después de llegar a la iluminación. El Buda Gautama estuvo por encima del sufrimiento, pues no en vano ahí radica la esencia del budismo, en la superación del sufrimiento. Pero Budismo y Cristianismo coinciden en que el sufrimiento es superado al final. comparten la esperanza en la liberación del sufrimiento.
Como en el caso del hinduismo, el Budismo admite pluralidad de iluminados, pluralidad de Budas (el Buda Gautama tiene predecesores y sucesores). Aquí habría una diferencia fundamental con el cristianismo que mantiene que Jesucristo no es un caso más de acceso a la perfección. Y es que el Budismo es una tradición cíclico-mística que busca una vía de liberación interior y el cristianismo es histórico-profético, cree en la acción de Dios en determinados acontecimientos.
Por último está el gran escollo para la comprensión religiosa del Budismo. Buda calló sobre Dios, no se planteó esa cuestión por considerar que suponía otra forma de apego a la realidad material. Por encima del posible valor que pudiera suponer la búsqueda de Dios está el carácter radical de contingencia de toda la realidad y la necesidad de liberarse de ella para que cese el sufrimiento, condición metafísica de la existencia. Jesús habla de Dios con la confianza del chiquillo en su padre (Abba). Y propone que esa confianza sea más fuerte que la aparente victoria de la muerte. Desde esa confianza, el amor solidario y compasivo y el compromiso por evitar la parte de sufrimiento causada por la injusticia tiene sentido, es el sentido cristiano de la vida. |