La Iglesia sólo es Iglesia cuando sirve a los demás.
(Dietrich Bonhoeffer)
 
 
 

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Enciclopedia teológica

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Una isla llamada universo
Kike Sáez Palazón

Mirar el cielo nocturno es mirar nuestra historia. Vemos lugares que están a diversas distancias y que proceden de distintos tiempos, mirar lejos es mirar atrás. La luz por ejemplo que nos llega de Andrómeda –visible con unos prismáticos– tiene unos 2,5 millones de años, período en el que surgían los primeros homínidos.

Y al hecho de mirar se le une el de interpretar; la historia de los cielos está escrita en huellas luminosas y electromagnéticas que llegan hasta nosotros. Las leyes físicas nos ayudan a interpretar pero no bastan, la poesía nos sugiere la finitud y a la vez belleza de cuanto nos rodea, incluidos nosotros mismos. La teología diría que alguien nos ha dejado pistas y algunas herramientas para sobrevivir y para de paso seguir haciéndonos preguntas en esta isla misteriosa. Pero el personaje benefactor se ha escondido. Y como un pulsar, estas preguntas sobre lo que nos rodea han reverberado periódicamente en la historia del hombre. Éste quizás a gozado del toque de la inmensidad, pero con el sabor de una conciencia inerme.

El hombre se ha buscado a sí mismo en lo grande (modelos cosmológicos) y en lo pequeño (física cuántica). Ha rastreado con impaciencia cuales son nuestras coordenadas cósmicas, nos hemos visto desde fuera, a vista de pájaro, desde el cosmos y hemos palpado lo frágil que es nuestro mundo. Esto nos ha ayudado a situarnos. Quizás haya que reconocer con Borges, la gran complejidad del texto que nos ocupa –la creación– y ver que tras la gran madeja de signos y entre la fina ergástula, escondido, Dios acecha.

 
 
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