El principio antrópico
José Manuel Lozano
Una característica realmente sorprendente de las teorías cosmológicas basadas en la idea de Big Bang es que habría bastado un cambio infinitesimal en el valor de las constantes físicas para que nuestro universo hubiera resultado inhabitable. La posibilidad de la vida tal y como la conocemos depende de los valores de una cuantas constantes básicas y resulta extremadamente sensible a cualquier variación de las mismas. Entre estos fenómenos de ajuste fino, podríamos destacar los siguientes:
- Si La razón de expansión del universo -que depende, entre otros factores, de la energía inicial de la explosión, la masa total del universo y la intensidad de la fuerza gravitatoria- hubiese sido tan sólo una cienmilbillonésima parte más pequeña, el universo se habría colapsado antes de haber alcanzado su tamaño actual; y si hubiese sido una millonésima parte mayor, el universo se habría expandido demasiado deprisa para permitir la formación de estrellas y planetas. El cosmos parece estar en equilibrio sobre el filo de una navaja.
- Si la intensidad de la fuerza nuclear fuerte hubiese sido ligeramente inferior a la que de hecho posee, el universo contendría tan sólo hidrógeno; si, por el contrario, hubiese sido ligeramente superior, todo el hidrógeno se habría convertido en helio. En ninguno de ambos casos, habrían podido formarse las estrellas ni los elementos químicos (algunos de ellos, como el carbono, necesarios para la existencia de vida) ni los compuestos estables como el agua.
- Si la razón particulas-antipartículas en el universo inicial hubiese sido otra, probablemente no estaríamos aquí para contarlo. Un ejemplo: por cada mil millones de antiprotones existían mil millones y un protón. Los mil millones de pares se aniquilaron entre sí produciendo radiación, y sólo quedó un protón. Un número mayor o menor de protones supervivientes -o ningún superviviente si hubiese habido tantos protones como antiprotones- habría hecho inviable el mundo material que conocemos.
Podríamos ampliar aún más la lista de «coincidencias notables» que no pueden ser explicadas en principio. La ocurrencia simultánea de múltiples características improbables independientes entre sí resulta sorprendente en extremo. La reflexión sobre ello llevó a los cosm6logos Dicke y Carter a formular el Principio Antrópico: "Lo que podemos esperar observar tiene que estar limitado por las condiciones necesarias para nuestra presencia como observadores". Este principio subraya la importancia del observador y concede, por tanto, al ser humano un papel privilegiado en el universo, pero no ofrece por sí solo una explicación causal de estas condiciones. No obstante, algunos autores van más lejos y consideran que este ajuste fino podría ser considerado como argumento en favor de la existencia de un diseño en el universo, obra quizá de un Dios interesado en la aparición de vida consciente. Pero eso ya no es astrofísica. |