Encuentro cartas de Dios tiradas por la calle y su firma en cada una, y las dejo donde están porque sé que dondequiera que vaya otras llegarán puntualmente.
(Walt Whitman)
 
 
 

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Enciclopedia teológica

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El Zoo de las partículas

Cuando en 1932 Chadwick descubrió el neutrón, todo parecía sencillo: sólo parecían existir tres bloques básicos elementales en la materia: el protón, el neutrón y el electrón. Los dos primeros son más pesados que el electrón y por tanto se les denomina bariones (del gr. Barys que significa “pesado”). El electrón pertenece a otra familia conocida como leptones (del gr. Leptos que significa “ligero”). Hasta aquí, todo parece sencillo, pero lo cierto es que los descubrimientos en este sentido han sido y son una prolongación que marea al más cuerdo. En los últimos cuarenta años se han descubierto centenares de partículas elementales.

Así, Yukawa predijo la masa de partículas comprendidas entre la del electrón y la del protón. A estas se les iba a llamar Yukones, pero viendo que sonaba cacofónica la expresión, se denominaron Mesones (del gr. Mesos que significa “en el medio”). Entre otras cosas, Yukawa encontró un mesón al que llamó pi, y se quedó en pión para abreviar.

Más adelante se concretó que los bariones estaban formados por tres quarks (partículas más elementales) y los mesonse por un quark y un antiquark. Weinberg y Abdus Salam predijeron la existencia de dos partículas nuevas, la W y la Z, con masas 80 o 90 veces más grandes que la del protón. Entre las más exóticas no nos podemos olvidar del neutrino, partículas extremadamente ligeras, posiblemente sin masa, capaz de atravesar la materia y que sólo se ve afectada por la fuerza débil y la gravedad.

 
 
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